Coco y Tradición



Estamos en Samaná, en lo profundo de la provincia, donde el aire es más puro y el verde de las montañas contrasta con el azul del cielo, donde, a pocos kilómetros se siente la frescura de la cascada El Limón.


       

Un poquito más allá apreciamos las vacas en el verde pastal y entrando por un camino vecinal podemos ver los niños jugando con sus hamacas de trapo y palo, mientras que el ruido de las lavadoras ambientan la imagen de las mujeres limpiando sus casitas, todo este recorrido nos lleva a COMUDESA, una cooperativa, una pequeña industria de la Asociación de Mujeres de Las Guázaras de Samaná, donada por el presidente de La República Dominicana el Lic. Danilo Medina quien primero las sorprendió con una visita sorpresa y posteriormente les facilitó el crédito a modo de préstamo para que puedan iniciar su empresa comunitaria.




Estas mujeres agradecidas trabajan cada día de diferentes maneras para producir aceite de coco tradicional y virgen, ellas, tienen también como proyecto hacer más productos derivados del coco.

“¡Ahora falta coco pa’ guayá!” Ésta es una de las tantas expresiones que tienen estas mujeres fuertes y hermosas de la comunidad de Las Guázaras en el centro de la provincia de Samaná.



Más que una tradición es una costumbre que ha pasado de generación en generación, estas mujeres tienen recuerdos vivos de su infancia que ahora comparan con lo que tienen y han logrado.

Virginia Antonia Acosta recuerda como tenía que ayudarle a su madre a pelar el coco y luego a guayarlo para luego sacar el aceite, pero también recuerda como su abuela la llevaba pequeñita a largos trayectos (desde La Colonia en caballo hasta Sánchez) para vender el aceite de coco tradicional.

Tener algo es una cosa, tener algo y valorarlo es otra cosa, Tener algo, valorarlo y hacer con ello una zona franca ¡es el final! y la historia de estas mujeres nos deja claro que con esfuerzo y organización las cosas se pueden lograr.

Una empresa y en armonía con los vecinos y la gente del entorno y mucho más aún si este algo es una fruta tan común y emblemática como el coco.

Al principio, entre ellas pelaban hasta 50 cocos al día esto le producía, con mucho trabajo, unos 10 galones de aceite de coco tradicional que tenían salida de inmediato lo guayaban a mano hasta que se pudieron comprar un guayo eléctrico donde podían pelas más de 100 cocos al día.

“Ahora llegamos a las 8 de la mañana y ya a las 1 de la tarde salimos dejando tanques de 55 galones llenos de aceite”, así nos cuenta Rosa Isela Acosta hija de Virginia Antonia Acosta quien se crio viéndola, pelando, guayando y vendiendo aceite de coco al igual que su abuela.




Esta comunidad orgullosa de sus raíces campesinas y de sus generaciones trabajadoras de la tierra tiene un equipo de mujeres que no se dan por vencidas y producen aceite de coco tradicional y virgen para comercializar. “Muchas pelan, otras guayan mientras yo trabajo en la mezcladora” nos cuenta Lurdes quien es miembro de la cooperativa, tiene 4 niños y cuando no está en su trabajo como camarera de hotel está trabajando en la nave industrial produciendo aceite de coco con las mujeres.

“Mírame las manos, to eso e’ pelando coco mi vida entera”
Alejandrina Núñez, miembro activa de la Asociación de Mujeres de Las Guázaras nos recrea el momento cuando vieron al presidente llegar a su humilde comunidad de sorpresa. Alejandrina dice que toda la historia ningún presidente había visitado aquella zona y ella está muy agradecida de la cortesía que tuvo el presidente con ellas, hasta tiene una frase que se ha vuelto muy famosa: “Danilo nos puso a Valer”.

Las mujeres son las mejores administradoras porque con lo poco que dejan sus maridos ellas se encargan de preparar la comida, limpiar la casa y cuidar los niños. Ellas tienen un espíritu de administración y una fuerza de voluntad que no se debilita, no importa la edad, pongo como ejemplo a las mujeres de Las Guázaras como Ejemplo de esfuerzo y ganas de salir adelante.

“El Presidente nos ayudó, pero nosotras estábamos organizadas, nadie les va a ayudar si no se organizan primero y siguen sus metas”.

Para estas mujeres ahora es que todo empieza, ahora tienen un nuevo punto de partida.

Jimbert Anderson: Fotografía




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