Apetito

Las siguientes son para tí: recordando aquella tarde cuando  tus padres no estaban, el sol no brillaba y parecía ser simplemente un día más dentro del marco de la normalidad en tu sala de estar.
Yo, atrevido como siempre, tu reservada como de costumbre, tratando de evitar lo que al final estaba destinado a suceder.


La nublazón se extremó y el cielo lloró, fuertemente cayendo las gotas de lluvia en la ventana de tu sala empañaron los cristales, dándonos luz verde. Truenos de la mano con relámpagos adornaron el ambiente que se llevó con un destello la luz eléctrica.
Te asustaste y te lanzaste sobre mi, en ese sofá se desató la escena que tanto anhelaba vivir en carne propia.

Tu temperamento cambió, es como  si esa descarga eléctrica se halla llevado tu personalidad, de repente mis intenciones se hicieron tuyas,  no hubo obstáculo, no hubo pero, esa tarde degusté el incomparable sabor de tus pezones. Rápidamente se hizo sentir el representante en mis entrepiernas, confirmándote lo que teníamos en mente.

El Ocaso y la tormenta fueron testigos de tu temblar, de tus costillas que ante tus movimientos de placer parecían acordeón en fiesta típica. Tus gemidos mi negra, tus inolvidables gemidos dejaban salir de entre los labios las palabras: "¡sí!, ¡así!, ¡no te detengas!" prueba contusa de que te gustó mi manera de extraer el elixir de tus entrepiernas.

Mi apetito se hizo dueño de mis acciones, quería comerte entera, explorar con mi lengua toda la zona que alberga la fuente de mis ganas infinitas, perdí la noción del tiempo, hacerte mía fue ni norte en aquel momento.  

Te sentí temblar y una sacudida repentina desordenó todo tu cabello, entre tu sudor, los gritos aumentaron, era todo lo que podrías desear, los latidos de tu corazón aceleraron cual motor v8, entonces vi tu  cara, con esa expresión de satisfacción que tanto me encanta y me diste  aquel beso mordiendo mis labios que me dejó sin  palabras.


Entonces llegó la luz.

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