A las 7:15 abrió los ojos como era típico de su reloj biológico despertarlo, de unos 25, tez morena, abundante cabellera y en sus dientes la obvia evidencia de que no los limpiaba.
Juan, solo quería trabajar para comprar el motor que siempre quiso, esa ha sido su meta desde hace 2 meses que entró al almacén, le gustaba el merengue y lo dejaba saber cuando ponía música en su celular, siempre en voz alta “mami que será lo que quiere el negro” entre otras canciones.
Juan llegaba tarde del almacén, siempre a las 10-11 de la noche, y en su edificio el agua se iba las 10, el joven comía en la calle, ya esa era su rutina, muy descuidada por cierto y así fueron pasando los días de Juan.
En la jornada matutina, juan tiene una comezón anormal en el área de sus entrepiernas, pero como de costumbre se rasca con sus largas y fuertes uñas y continúa su trabajo. Es un almacén de colchones y su ropa holgada de mala calidad le daba mucho calor y sudaba, pero como el trabajo no se puede detener al medio día se secaba al estar sentado en el comedor, aunque eso no duraba mucho porque la tarde le traía más sudor.
Casi tenía todo junto el dinero para poder comprar el motor de sus sueños, hasta que la molesta en sus entrepiernas agravó y la situación le fue cada vez más incómoda. La mugre de sus uñas era más espesa y su mal olor era más fuerte, no se contuvo y fue al baño a revisarse sus testículos sudados y llenos de protuberancias parecidas a acné que se veían rojas.
No dudó en secarse y limpiarse lo antes posible con servilletas, así siguió el día y los siguientes 3 ignorando su delicada situación que a su parecer no era tan delicada.
Al cuarto día Juan ya no podía más y tuvo que prestarle atención al considerable tamaño que tenían las protuberancias en sus testículos, lo que más lo alarmó fue ver como de 2 de ellas salía pus mezclada con sangre dejando una estela rígida y un hueco parecido a un cráter, ya era demasiado y juan estaba muy asustado.
Decidió esperar a la tarde para salir y entonces visitar el médico, pero fue tarde. Juan cuando volvió al baño a la hora de la salida se revisó y el panorama cambió radicalmente.
Por el descuido, en los cráteres de sus testículos sudados se podían ver pequeñas larvas moviéndose, ya era suficiente con su bello púbico la fricción que hacían con su ropa.
Ante la situación no pudo controlarse Juan y se desmayó.
Despertó operado de emergencia ya sin la oportunidad de reproducirse ni sentirse hombre.
La Higiene Personal es Importante.
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